Por un lado y por razones estrictamente ideológicas, se la ha menospreciado como itinerario formativo. La pedagogía igualitarista de los años 80 y 90 sofocaba todo lo que destacaba, todo lo que se salía de la norma (premios extraordinarios de fin de etapa, programas de excelencia…  pero también la FP). Fuera de la ESO no había salvación. Si la realidad (tozuda) cada año te escupía un 30% de alumnos que abandonaban, peor para la realidad. Según aquel patrón ideológico, la FP era la salida vergonzante, la vía de escape, para los que no podían transitar por el itinerario "normal". Es lo que tienen las ideologías.

Culpable una sociedad acomplejada, pero más culpable una clase política aún más acomplejada que respiraba por la herida de no haber podido acceder a la universidad en sus tiempo mozos. Nosotros no pudimos, por eso, ahora exigimos: ¡Universidad para todos! (sic).

Recuerdo una entrevista a la por entonces y ahora de nuevo viceconsejera de Educación de Madrid, Carmen González. Con poca fortuna mediática pero con la noble intención de criticar este igualitarismo pacato dijo aquello de "yo creo en el derecho a la ignorancia". Faltó sutileza y sobró provocación, cierto, pero la idea de fondo es irreprochable. Yo también creo en el derecho a no estudiar logaritmos neperianos y aprender un reparar ordenadores, en el derecho a no aburrirme con la filosofía de Wittgenstein y apasionarme como guía turístico, diseñando zapatos, creando videojuegos…

En la otra esquina del cuadrilátero encontramos al otro mentirosillo. Digo mentirosillo porque su coartada es más ingenua pero igualmente dañina. Son aquellos que pretenden vendernos la FP como la mejor de las opciones. Son vendedores de enciclopedias. Cuando se vienen arriba te cuentan casos de grandes líderes que estudiaron FP. Suelen obviar que en la mayoría de los casos, después estudiaron un grado universitario, un postgrado, un MBA, aprobaron una oposición… Pequeños detalles (sic).

No conviene sobreactuar porque se nota y puede provocar rechazo. Pero sobre todo porque no es cierto y no hace falta. La FP y, en concreto, esta FP completamente renovada y adaptada a las necesidades de las empresas de hoy es suficientemente atractiva por si misma. Y es indudable que es la opción idónea, no para todos, pero sí para muchos más y para bastantes de los que actualmente se frustran en la universidad. La FP es lo que es, ni más, ni menos. No le falta un gramo de dignidad porque la dignidad no la lleva el título sino la persona que lo alcanza.