Los alumnos de FP pueden ser de todas las edades y de todos los perfiles socioeconómicos.
En este tema vamos a entender mejor por qué eligen hacer una FP. Hablaremos de la importancia de una buena orientación profesional y la estupenda inserción laboral de la que gozan los estudiantes de FP.
El alumno de Formación Profesional
Las motivaciones de cada persona a la hora de elegir su interior académico y profesional son inescrutables, pero es posible encontrar patrones recurrentes o razones que se repiten a la hora de decantarse por la Formación Profesional. Estas son algunas razones que los alumnos suelen dar:“Porque puedo trabajar en lo que me apasiona, especializarme en lo que me gusta”.
“Me ofrece futuro profesional y cercanía al mundo laboral”.
“Me gusta la variedad y la versatilidad de la formación”.
‘Me da la posibilidad de acceder a la Universidad cuando la termine, y también ofertas prácticas en el extranjero”.
"Puedo conciliar mi trabajo y mi vida personal".
Elegir Formación Profesional
En Europa también se hizo una encuesta para conocer los motivos que hacían a los alumnos elegir FP.
Destacaban el consejo de familiares y amigos, el interés que despierta la FP, la posibilidad de encontrar trabajo, de hacer carrera o incluso, de continuar los estudios.
Los cuatro factores que más influyen, aunque en distinto orden, son los mismos: conseguir trabajo, el interés por lo que se estudia, el consejo de amigos o familiares y las posibilidades de desarrollar una carrera.
Con estos estudios, dilucidamos un perfil más claro de los alumnos de Formación Profesional, que podríamos resumir en que buscan conocimientos prácticos, poder trabajar en lo que les gusta, hacer carrera profesional y seguir formándose.
Son estudiantes apasionados, creativos, emprendedores, con ganas de mejorar, y eminentemente prácticos y están orgullosos de su elección, convencidos del camino elegido, e interesados en especializarse y mejorar.
Hay datos sorprendentes relativos a los perfiles que han cambiado en los últimos años: por ejemplo, durante los años de la crisis económica aumentó la edad media del alumnado, o que en los últimos cinco años entre un 10 y un 15% de los matriculados son alumnos que vienen de la Universidad, ya sea por haberla abandonado o para continuar su formación y mejorar su empleabilidad.
Orientación académica y profesional
A la hora de elegir la FP como camino académico, una buena orientación resulta clave, ya que la orientación es un proceso que nos permite determinar nuestras capacidades, competencias e intereses.
Nos ayuda a tomar decisiones en materia de educación, formación y empleo, y gestionar de un modo acertado el recorrido de nuestra vida personal en estos ámbitos, tanto en el académico como en el profesional.
Dentro de la orientación podemos distinguir entre orientación académica y orientación profesional.
Ambas suponen un proceso gradual y continuo de ayuda y asesoramiento al estudiante para garantizar su efectiva evolución en el centro educativo y contribuir a que pueda diseñar su itinerario educativo y profesional en función de sus expectativas personales.
La orientación académica va más dirigida a diseñar itinerarios formativos que a la actividad profesional posterior. Además, trata de aportar información sobre las posibilidades formativas del alumno abarcando aspectos como la oferta existente, las condiciones de acceso, los planes de estudio, los diferentes centros donde se puede realizar o cuáles son las perspectivas profesionales que abren dichos estudios.
En cambio, la orientación profesional va más allá, y entre sus funciones destacan la de propiciar la autoevaluación de las capacidades del alumno; facilitarle conocimientos sobre el mundo laboral y las diversas opciones formativas; desarrollar las competencias requeridas por los perfiles profesionales a los cuales aspira el alumnado; fomentar el pensamiento y la actividad emprendedora y sobre todo valorar de modo realista la concordancia entre las capacidades e intereses individuales.
Hay que tener en cuenta que para que una orientación sea buena ha de atender aspectos como la identificación de las habilidades y gustos personales, y proveer a los alumnos y profesionales de una información de calidad.
Una orientación que queda en manos de la figura de los orientadores profesionales, una figura que, si bien en España cuenta con magníficos profesionales, necesita un fuerte empujón por parte de las leyes educativas.
La inserción laboral en España
No quería terminar este tema sin hablar brevemente de la inserción laboral de los alumnos de la FP, de los que existen algunos datos muy interesantes.
Por ejemplo, según la OCDE la tasa de empleo de los titulados con una FP superior es la misma que la de graduados universitarios, de un 79%, alcanzado, según ADECCO, la misma demanda en el mercado laboral.
Por regiones, la inserción laboral de los alumnos de FP roza cotas muy altas, como el 90% en el área metropolitana de Barcelona, de los que, el 60%, encuentra empleo en los primeros 9 meses tras obtener el título.
En Madrid es de un 68% para los graduados en ciclos medios y de un 70% en los de grado superior, ascendiendo a un 90% en la modalidad dual.
En Euskadi la inserción es de un 86% y un 96,2% para la FP dual.
Solo en Andalucía este porcentaje de inserción baja hasta situarse entre el 45 y el 50% pero la tendencia es al alza.