Según los datos que recoge el Informe de Retos de Formación Profesional realizado por Fundación ATRESMEDIA en colaboración con el IESE, la estructura del mercado laboral español por nivel de cualificación muestra datos preocupantes que comprometen en gran medida la competitividad actual y futura del entorno productivo.
La estructura de capacitación existente en el mercado laboral no es apropiada para hacer frente a los retos tecnológicos y económicos actuales. Los puestos de trabajo requieren cada vez más cualificación de nivel superior o medio, mientras que los puestos que requieren baja cualificación resultan cada vez más escasos, entre otras razones, por la expansión de la robotización.
Esta deficiencia estructural del mercado laboral español coincide con la sobre cualificación o subempleo, otra dificultad también estructural y muy característica del sistema.
Contra la suposición "cuanto más título, mejor" dentro del mercado laboral
En 2018, el 37,6% de los universitarios españoles se encontraban dentro del mercado laboral en puestos para los que no se requería la titulación obtenida. Es la tasa más elevada de la Unión Europea, cuya media es del 23%. Los datos, publicados en la 15ª edición del Informe CYD, resultan demoledores y son muestra de una clara ineficiencia de nuestro mercado laboral.
A efectos de este estudio, los datos presentados hacen pensar por qué muchos de los puestos ocupados por universitarios se ajustan más a perfiles de FP. Es decir, ¿Por qué se contrata a un universitario como camarero, teniendo aspirantes con la formación específica para desempeñar el trabajo con profesionalidad? En muchos casos, existe un claro desajuste entre la formación que se adquiere y los requisitos del puesto en el que se trabaja. Pueden darse casos en los que el solapamiento sea más sutil y la línea divisoria no se vea tan clara, como en el caso de los puestos técnicos, en los que determinar la cualificación necesaria no es tan sencillo.
El Sistema Nacional de Cualificaciones, puede ser una herramienta eficaz para estos casos. El problema reside en que el lenguaje y la terminología del sistema tienen poco que ver con el empleado en la definición de puestos. Esta línea de trabajo se ha avanzado en los últimos años con el objetivo de crear un lenguaje o ecosistema común a los ámbitos educativo y laboral.