No es una tarea sencilla, ya que en nuestro país existen muchas alternativas, así que decidí que debía pensar qué actividades me completaban personalmente, de qué no me cansaría nunca. La respuesta apareció ante mí entre mis recuerdos más felices: quiero vivir permanentemente en un campamento de verano. Por supuesto, esto parecía algo utópico, pero desde luego que el ocio y el tiempo libre se pueden profesionalizar, y así hice.

Cursé el FP de Técnico Superior en Animación Sociocultural y Turística, en el que aprendí a elaborar proyectos para distintas actividades, organizar servicios de información, dinamizar equipos de trabajo, gestionar documentación…

Con esta nueva formación y el apoyo experto de mi familia, me embarqué en la gran aventura que llaman “emprender”. Con mucho esfuerzo e ilusión, ahora tenemos nuestra pequeña empresa, Turislandia, una agencia de viajes especializada en hacer que los campamentos de verano sigan siendo una experiencia inolvidable para los más jóvenes.

Tengo la esperanza de que, cuando tengan que decidir qué quieren ser de mayores, mi trabajo en los campamentos les inspire tanto como a mí lo hicieron.