A los 16 años, y en los primeros días de 3º de BUP, de ciencias - ¡claro! -, una mañana todo cambió. Mi padre había fallecido en accidente de tráfico, éramos 3 hermanos (yo soy la única chica, y la mediana), así que mi madre no podía asumir todo lo que le venía encima. Mi hermano mayor estaba ya estudiando FP, electrónica y actualmente es directivo en Allen Bradley.

Mis sueños de estudiar medicina no parecían tener buen color, así que me decidí por ayudar en casa, y ponerme a trabajar. Aunque mi madre no quería que dejara los estudios, era bastante inviable hacer las dos cosas, dado que estudios y trabajo se solapaban. De algún modo conseguí terminar BUP y COU, con buenas notas, pero veía muy lejos la universidad, así que opté por una Formación Profesional sanitaria: Técnico Especialista en Laboratorio de análisis clínicos. Compacté cuatro cursos en dos y obtuve mi título de FP de 2º Grado con notas brillantes. Como ya estaba trabajando, pude matricularme en enfermería, y terminé la carrera también con un brillante expediente, hice un post-grado en Enfermería Quirúrgica, y aún me dio tiempo de volver a hacer otro grado de FP: Nutrición y Dietética.

Tras la universidad, trabajé como enfermera, hasta que tuve un accidente de tráfico en 1994, a raíz del cual me dieron la invalidez. He sido y soy muy activa a nivel de movimientos asociativos, reivindicativos y sociales, en materia de educación y salud de las personas con altas capacidades intelectuales. Actualmente soy funcionaria en el ayuntamiento de mi ciudad. A pesar de todo, me ha dado tiempo de casarme y ser madre de dos hijos: una chica y un chico. La mayor – actualmente tiene 30 años - también hizo FP: tornero-fresador, operador de máquina herramienta. Tristemente y por su condición de mujer, nunca ha podido trabajar como tal, aunque hay que reconocer que se le da muy, pero que muy bien.

El pequeño – con 18 años recién cumplidos – está cursando Desarrollo de Aplicaciones Web, en un solo curso, con un muy brillante expediente. Programa desde los 5 años, y desde los 16, como freelance, hace páginas web y algunas aplicaciones para móvil. Además, desde el mes de septiembre pasado, es profesor de robótica y programación, para chicos y chicas de 12 a 18 años. También da clases particulares de refuerzo a algún compañero de clase, a petición del propio centro.

En mi caso, la FP fue el vehículo que me permitió combinar trabajo y estudios, a pesar de no poder asistir a clase. En el de mi hija, que fue una chica con problemas, tuvo la grandísima suerte de tener un profesor que SIEMPRE creyó en ella: la única chica de clase, pero la única también para la que 1 mm era 1 mm, no 0,9 mm ni 1,1 mm. En conjunto puedo decir que, en el caso de mi hijo, la FP le ha permitido la flexibilidad que necesita para fijar su objetivo, que es poder matricularse en la universidad, en Ingeniería de Diseño Industrial, aunque para eso va a necesitar una beca, que solo puede conseguir a través de la excelencia académica o a través de un mentor. Creo que la FP puede ayudar a muchas personas que por diversas circunstancias pierden de vista su meta, a poder retomar su camino. Reconducir grandes talentos, que en el sistema educativo tradicional, extremadamente rígido e inadaptado a sus particulares características, se pierden en el aburrimiento. Puede ser la luz al final del túnel.

Dolors participó en nuestra última Jornada 3.0 sobre orientación, puedes volver a verla aquí.