Visitaba el otro día un centro de FP comprobando con agrado sus buenas instalaciones y sobre todo la profesionalidad de sus educadores. En el taller de impresión pregunté a un alumno si era feliz allí. "Siempre quise ser impresor, me dijo. Me gustaba la profesión y al acabar ESO elegí matricularme en este ciclo"… La suerte me brindó después el encuentro en un bullicioso y alegre pasillo (había sonado el timbre del descanso) con el profesor y padre de turno que acababan una entrevista concertada. El padre, tras la presentación de rigor, me explicó que "su hijo fracasó en los estudios y tuvo que matricularse en FP". Con intención me dirigí al docente: Eres profesor de un centro integrado con una potente FP, ¿es equiparable la opción de los alumnos por el Bachillerato y los ciclos de Grado Medio, por la Universidad y los de Grado Superior? "De ningún modo, me contestó. Cuesta pensar en la Formación Profesional".
Enseguida me vinieron a la mente los largos años de profesión educativa, orientación y dirección y me hice algunas preguntas: ¿Habremos llegado en la sociedad y la empresa al convencimiento real de que es necesaria una cualificación profesional para ejercer los distintos trabajos; de que ahí está el arma contra el fantasma del paro? ¿Ofrecemos ya en los centros, departamentos de orientación y familias a los jóvenes la FP en igualdad de condiciones con otros estudios? ¿Se habrá vencido la creencia de que la FP es un estudio de segunda categoría, reducto de "fracasados y excluidos" en otros niveles educativos?... Y recordé la última estadística del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Como ejemplo y a nivel nacional, al acabar la ESO, han optado por la FP en el último curso 352.990 alumnos, frente a los 690.230 que lo han hecho por el Bachillerato.
Y sin embargo parece evidente que: La felicidad y éxito de una persona depende de la elección adecuada de vida según su propia vocación ("elemento o pasión" decía Ken Robinson). Y que las empresas necesitan personal cualificado con formación de calidad. Que aumenta la valoración social de la FP. Y son muchos los centros que imparten estos estudios con calidad y buenos recursos. Las administraciones desarrollan "ciclos formativos" atendiendo a las competencias requeridas por las diversas profesiones y exigidas por nuevas tecnologías.
Estas son las "Familias Profesionales" que agrupan los diversos "Ciclos Formativos de Grado Medio y Superior". Están ordenadas según el número de alumnos matriculados a nivel nacional: Administración y Gestión, Sanidad, Informática y Comunicaciones, Servicios socioculturales y a la comunidad, Electricidad y Electrónica, Transporte y Mantenimiento de vehículos, Hostelería y Turismo, Imagen personal, Comercio y Marketing, Instalaciones y Mantenimiento, Actividades físicas y deportivas, Fabricación mecánica, Imagen y Sonido, Agraria, Química, Edificación y Obra civil, Industrias alimentarias, Madera Mueble y Corcho, Energía y Agua, Textil Confección y Piel, Seguridad y Medio ambiente, Artesanías, Vidrio y Cerámica, Industrias extractivas.
Concluyo con optimismo y esperanza expresando algún deseo. Porque el momento es oportuno, pasa el último tren y urge dar el salto: que las administraciones sigan desarrollando ciclos formativos (aún queda mucho por hacer) atentos a profesiones y tecnologías, ordenando legislaciones y agilizando estos estudios con respeto a iniciativas innovadoras y necesarias autonomías. Que en los centros se enseñe a valorar los estudios de FP, se oriente con igualdad a los alumnos y se creen y oferten enseñanzas de FP. Que las empresas exijan profesionales cualificados y sigan trabajando con los centros y administración en la formación y el desarrollo de nuevos programas de FP (Dual, FCTs ampliadas, Convenios con centros, etc.). Que las familias y alumnos busquen la felicidad y la mejor opción profesional en la vida informándose adecuadamente y abandonando del todo pasados e injustos conceptos sobre la FP.