Toni García Arias es maestro de Educación Primaria en el CEIP Joaquín Carrión, en San Javier, Murcia, desde hace más de 20 años. A lo largo de su carrera profesional, Toni García ha dirigido diversos Proyectos de Innovación Educativa de gran éxito. Fue uno de nuestros expertos de la mesa de debate educativo de Grandes Profes.
Gracias a todo ello, ha recibido diferentes premios y distinciones, entre ellos, el Premio al Mejor Docente de España de Primaria de los Premios Educa 2018, la Mención de Honor en los Premios de Innovación Educativa de la CARM 2017 o la Mención Especial por su carrera profesional y cultural del Concello de Cabanas 2019.
Autor del libro ‘La Educación de las fortalezas’,
Fundación ATRESMEDIA charla con el docente sobre esta obra y la importancia que
tiene en los más jóvenes una correcta enseñanza y gestión de los sentimientos. Te dejamos la entrevista anterior con el docente sobre la gestión de los centros.
-¿Qué peso
tiene la educación emocional en el proceso educativo de los niños?
Tener un
equilibrio emocional adecuado y saber gestionar las emociones propias y
controlar el impacto que nos producen las emociones de los otros, es fundamental
para el éxito en cualquier ámbito de la vida. También en el ámbito educativo. La
fortaleza emocional consigue vencer las adversidades. En ocasiones, tenemos en
el aula a alumnos que tienen desequilibrios emocionales, falta de autoestima, falta
de confianza, inseguridad, falta de motivación, falta de expectativas
personales o de la propia familia y eso les impide avanzar desde el punto de
vista educativo. Sin esas bases sólidas tan importantes para aprender, el
proceso educativo del niño puede verse seriamente afectado. Por eso es tan
importante educar emocionalmente a cada uno de nuestros alumnos en las
fortalezas que posee para vencer así sus debilidades.
-¿Cree que
se ha simplificado el concepto de educación emocional?
Absolutamente.
En la actualidad se ha desvirtuado el concepto de educación emocional. Se ha
simplificado hasta convertirlo en un ramillete de frases motivadoras que, en
ocasiones, son más perjudiciales que beneficiosas. Por ejemplo, les decimos a
los niños que pueden alcanzar todo lo que sueñen, pero no les decimos todo el
esfuerzo y el sacrificio que conlleva alcanzar esos sueños. En este sentido, la
educación emocional o la educación de las fortalezas es mucho más que lanzar
simples mensajes positivos a los alumnos. A veces hay que adentrarse en
territorios complejos o poner a la vista ante los alumnos aspectos de sí mismos
que no son los recomendables y que les perjudican en su desarrollo personal sin
ellos saberlo. En algunas de mis sesiones donde hablamos de emociones, algunos
alumnos terminan llorando, ya sea por la intensidad de la sesión o por la
catarsis que les produce la actividad, pero eso les fortalece personalmente.
-¿Le damos
menos importancia de la que realmente tiene a la estabilidad emocional de los
alumnos por parte de las familias y centros?
Hoy en día
los alumnos tienen unas influencias externas enormes. Por lo general, nosotros
teníamos una familia, un grupo de amigos y una televisión con cinco canales.
Poco más. Hoy en día, la irrupción de las redes sociales y de internet ha
cambiado completamente el modo en que se relacionan los menores, una forma de
relacionarse que en muchas ocasiones no es la correcta. Por ejemplo, el acoso
escolar se ha amplificado más allá de los centros educativos gracias a esas
redes sociales. Por eso, tanto los centros como, sobre todo, las familias deben
tener en cuenta los enormes retos emocionales a los que se enfrentan nuestros
menores, que son realmente difíciles de gestionar: el acceso a la pornografía,
a las drogas, a las apuestas online, al acoso…
-¿Falta
apoyo psicológico en los colegios?
En España
seguimos teniendo un cierto complejo cuando hablamos de ir a un psicólogo. Lo
vemos como algo extraordinario. Sin embargo, la atención psicológica es muy
importante no solo para los adultos, sino también para los menores. Por ello,
los centros educativos deberían contar con personal externo que ayude a mejorar
la educación de los alumnos en todos los ámbitos, ya sea enfermeros que enseñen
higiene postural o aseo personal como, por supuesto, también psicólogos que
ayuden a orientar a los menores en sus problemas. Esto es especialmente
importante en la etapa de secundaria, donde los adolescentes se enfrentan hoy
en día a grandes retos desde el punto de vista psicológico.
-¿Cree que
se trabaja lo suficiente esa área en los colegios españoles?
Creo que no.
Y, en ocasiones, creo que se trabaja mal, lo cual es casi peor que no trabajarla.
Es cierto que en la actualidad hay muy buenas actividades y cuentos muy
interesantes para educar en las emociones, pero no basta con leer un cuento o
realizar una actividad. Para trabajar las fortalezas en los alumnos hay que
implicarse emocionalmente, hay que bajar al barro, y no todos están ni
preparados ni dispuestos a bajar a ese barro. En mi libro cuento experiencias
con alumnos con problemáticas muy graves. Por eso, para trabajar la educación
emocional o la educación de las fortalezas no basta con hacer un simple curso,
sino que hay que tener un amplio conocimiento de cómo funciona el cerebro,
sobre técnicas motivacionales, sobre los aspectos psicológicos de los menores y
de los adolescentes, sobre modificación de conducta, etc.
-¿Qué le
impactó más de ser testigo de tantos testimonios tan personales y únicos cuando
elaboró su libro ‘La educación de las fortalezas’?
Lo que más
me impacta de todas esas experiencias que he tenido a lo largo de mi carrera es
lo vulnerables que somos los seres humanos. En apenas un segundo, un comentario
puede destrozar toda la confianza que hemos acumulado durante años. Por eso es
tan importante fortalecer el carácter con disciplina, seguridad, confianza,
reconocimiento de nuestros defectos… solo eso nos permitirá conocernos
verdaderamente a nosotros mismos y poder enfrentarnos al mundo. Todos los casos
que cuento en el libro muestran esas debilidades y el modo en que deben ser
tratadas para ayudar a los niños a salir de sus problemas.
-¿Se debe
reforzar la formación emocional de los alumnos de forma externa o hay que
apostar a que sea el propio centro quien nutra y eduque correctamente?
Hay muchos
docentes que consideran que la educación emocional no debe estar dentro del
currículo y que debe ser tratada en casa. Muchas de estas personas comentan que
ellos han estudiado para enseñar lengua o física y no para atender
emocionalmente a los alumnos. Obviamente, puedo entender esta postura. Sin
embargo, yo sí creo que debe tratarse en los centros educativos, no quizá como
asignatura, pero sí como parte fundamental de la acción tutorial, algo que se
ha perdido. Pero para eso, como ya comenté, es fundamental una buena formación.
En este libro muestro muchas de las estrategias que utilizo en el aula para
atender a esa educación de las fortalezas ante diferentes problemáticas. Muchas
veces nuestros alumnos, debido al modo de vida de la sociedad actual, no tienen la fortuna de contar en casa -por diferentes razones-
con la atención emocional necesaria y nosotros, sus maestros y profesores, nos
convertimos en muchas ocasiones en su única tabla de salvación.