La hospitalización infantil puede ser un proceso más duro de lo normal si no se le proporcionan al paciente y su familia las herramientas suficientes para preparar el camino de los niños y niñas ingresadas. Al ser apartados de su entorno y alejados de la seguridad que les proporciona su hogar, es fundamental hacerles participes del nuevo ambiente donde están para evitar problemas mayores.

En el transcurso de la estancia se identifican varias fuentes de estrés en el niño (a nivel físico, emocional y social), lo cual requiere que no solo se atiendan las necesidades fisiológicas del paciente y familia, sino que se incluya dentro del cuidado la esfera emocional de los mismos. Por ello se debe proporcionar una atención integral y continuada, asistir a las necesidades que se presentan en cada momento y emprendiendo aquellas actividades dirigidas a lograr un bienestar completo de los individuos.

¿Cómo ha paliado el Hospital Universitario Virgen del Rocío estas situaciones en sus ingresos infantiles? Con la creación del proyecto ‘La Azotea Azul’, una maravillosa idea que ha hecho del tedioso proceso hospitalario una oportunidad para jugar y reír de nuevo. La azotea del centro médico ha sido reacondicionada con los requisitos sanitarios de rigor. Allí, los pacientes de una misma franja de edad se conocen y comparten sus experiencias para hacer más llevadera la situación, lo cual tiene un impacto positivo en su estado de ánimo.

De este modo, las familias respiran más tranquilas sabiendo que sus hijos son más felices, mientras que los “peques” conocen nuevos amigos a la vez que adquieren experiencias vitales que les facilitarán su estancia allí.

El Hospital Universitario Virgen del Rocío es uno de los centros que han participado en la segunda edición del Índice de Humanización de Hospitales Infantiles, una herramienta creada por la Fundación ATRESMEDIA para medir de forma cuantitativa y cualitativa el nivel de humanización en la atención pediátrica.