La integración: responde al principio de que todos somos iguales, pero todos somos diferentes. Puedes encontrarte con compañeros nacidos en otros países, que no hablen bien tu idioma; compañeros que por estar enfermos han faltado durante mucho tiempo a clase o tengan algún tipo de discapacidad; alumnos que son ‘nuevos’ en el instituto; los que destacan en sus resultados tanto por exceso (los llamados ‘empollones’) como aquellos los que tienen más dificultades para seguir el ritmo de las clases, o los repetidores.
El compromiso: puede tener varias direcciones. Hacia dentro, tu compromiso es aprovechar la oportunidad que tienes para formarte y dar lo mejor de ti en esta etapa. Pero también puede ser hacia fuera, con los que más lo necesitan. Sin duda, comprometerse de forma individual o grupal con una causa solidaria, mejorará el ambiente de tu clase y será un ejemplo para otros.
El profesor: es uno de los principales responsables de un buen ambiente. Su manera de enseñar, si hace la clase participativa, si dedica tiempo a sus alumnos, si está motivado para enseñar, si se esfuerza por estar actualizado, si está accesible fuera de las horas de clase… Pero igual de importante es vuestra actitud hacia él, si le respetáis, si sois puntuales, si cumplís con los trabajos y las tareas que os pone, etc.
El respeto: este es un gran apartado, dado que se refiere tanto a tus compañeros, como a los profesores y a todo el personal del centro educativo, pero también a las instalaciones: el aula, el laboratorio, las zonas deportivas, los pasillos, los muebles, los libros, los aseos… Cuidarlas como si fueran propias para que se puedan disfrutar al máximo.
La conflictividad: lamentablemente con índices muy elevados en estos días y como uno de los aspectos más negativos a la hora del rendimiento escolar. La agresividad, el acoso físico o psicológico, los insultos, golpes, peleas, bullying, ciberbullying, conflictos de género...